Hay un
aspecto del concepto de identidad digital que me ha llamado mucho la atención
al leer la documentación aportada por los tutores. Es el hecho de que nuestra
identidad en la Red no se define solo por lo que nosotros activamente aportamos,
sino que en igual medida se define por lo que terceros publican sobre nosotros con o sin
nuestro conocimiento y por las relaciones que se establecen entre nosotros y otros
usuarios. Al igual que en la vida análoga (vs. virtual) nuestra
identidad en la Red se va comformando a partir de la simbiosis de estas tres
vertientes. El aspecto a destacar es que nosotros no podemos controlar el
resultado final de nuestra identidad digital, que por cierto está en constante
cambio. Y esto es lo que a mí, como buena inmigrante digital, todavía me
produce cierto respeto y me impide desarrollar el potencial de mis diferentes
perfiles en la Red.
Una vez
que se es consciente de esta realidad (no quiero usar la palabra “problema”),
la solución precisamente es saber gestionar la identidad digital de acuerdo con
las opciones de privacidad que permiten las diferentes comunidades virtuales.
Somos nosotros los que hemos de tomar las riendas de nuestra propia identidad
digital poniendo nuestros propios límites, para ello los tutores nos proponen una
serie de consejos que aunque son de sentido común, muchas veces no los tenemos
en cuenta:
- Como ya he mencionado, lo más importante es conocer la política de privacidad de la comunidad virtual en la que queramos participar activamente. Eso significa tomarse el tiempo para leer sus condiciones de uso y privacidad.
- Pensar antes de publicar qué consecuencias puede tener nuestra publicación.
- Controlar nuestra lista de contactos
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